El rezo del santo Rosario ha tardado mucho en formarse tal y como ahora lo conocemos. No fue ideado en un momento concreto, sino que es fruto de una larga evolución. Una evolución que aún no ha concluido.
Cuatro factores: es muy sencilla, se puede rezar individual o comunitariamente, anima a meditar los Evangelios y ayuda a pedir correctamente lo que necesitamos.
Gracias a esto último, la Iglesia cree que el rezo del Rosario contribuyó a que sucedieran muchas acciones milagrosas, como curaciones, conversiones, la liberación de ciudades sitiadas o el apaciguamiento de fenómenos naturales como terremotos, tempestades, erupciones volcánicas o tsunamis.
Tratando de integrar el rezo del Rosario en la espiritualidad dominicana, en esta época comienza a identificarse a santo Domingo con el Rosario. Y, pasado el tiempo, surgió la conocida tradición de que la Virgen María entregó a este santo un rosario, pidiéndole que propagara esta oración por el mundo entero; considerando así a santo Domingo el fundador del Rosario.
No es extraño que en dos apariciones de la Virgen el Rosario sea un elemento central: en Lourdes (1858) la Virgen pide expresamente que se rece el Rosario y en Fátima (1917) la propia Virgen se llama a sí misma «Nuestra Señora del Rosario». El Papa León XIII (1810-1903), viendo la importancia que tiene esta oración, le va a dedicar once Encíclicas. En la primera (1883) declara octubre como mes del Rosario..